Es un documento que refleja el gasto energético de la construcción. Es decir, los consumos de agua, electricidad o gas, por ejemplo. Nos permite hacernos una idea de cómo es esa vivienda y tener más información sobre ella.
El Real Decreto 235/2013, de 5 de abril, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios, establece la obligación de poner a disposición de los compradores o usuarios de los edificios un certificado de eficiencia energética que deberá incluir información objetiva sobre la eficiencia energética de un edificio y valores de referencia tales como requisitos mínimos de eficiencia energética.
Ese informe lo ha de emitir un arquitecto o ingeniero, que es quien califica ese gasto energético de la A (más eficiencia) a la G (menos eficiente). Su validación dura 10 años, y las sanciones por incumplimiento van de los 300 a los 6.000 euros.
Nos sirve para conocer el gasto energético de nuestra vivienda y saber dónde nos estamos metiendo si pensamos comprar o alquilar. Esta certificación viene impuesta por la Unión Europea para reducir las emisiones de CO2.